LA VERDADERA REALIDAD GLOBAL
Hoy nos encontramos de frente a una realidad global que nos preocupa y nos golpea: guerras, injusticia social, vicios, enfermedades nuevas, desastres ecológicos, explotación de niños y mujeres, corrupción y delincuencia a todo nivel y mucho más. El avance tecnológico nos mantiene más informados y este hecho agiganta aún más la dura realidad humana que nos toca vivir en esta era post moderna. Cabe preguntarse ¿En qué estamos fallando? ¿Qué es lo que hace que sigamos comportándonos como seres inferiores cuando no lo somos? Los estudiosos tendrán muchas teorías interesantes, pero deberíamos mirar hacia adentro de cada uno de nosotros. No se trata de problemas políticos, económicos o sociales, se trata de un problema espiritual. En esta sociedad actual oímos constantemente hablar del amor, palabra tan manoseada en estos tiempos. Decimos alegremente, “se amaban pero la terminó matando”, “se amaban, pero ella secuestró a los hijos …. “se amaban, pero le contagió el sida” … un mal llamado “amor” cuando en realidad se trata de actos de desamor.
Una sociedad sin valores, no crece. No estoy hablando de moralistas, sino de valores profundos: amor y sus derivados: paz, solidaridad, justicia, igualdad, honradez, veracidad. Es lo mismo, en cualquiera que sea la religión o creencia que practiquemos, aunque esa religión sea simplemente creer en el hombre. Todas las grandes tradiciones religiosas y aún seres muy espirituales que no profesan ninguna religión, nos hablan de la oración o meditación como un camino de encuentro con Dios y con uno mismo. Capitalistas y comunistas, conservadores y liberales, blancos y negros, hombres y mujeres, judíos y griegos, cristianos y árabes, católicos y protestantes: cuando buscamos a Dios se abre para nosotros un nivel de experiencias en donde todas estas diferencias dejan de ser divisiones. Es por eso que el problema del hombre no es económico ni social, sino espiritual y moral y que la iglesia cristiana debe orientar su mensaje hasta donde lo llevó Jesucristo.
Es necesario que los políticos miren a Dios primero y luego al pueblo, ya que es más importante tener la aprobación de Jesucristo que tener la aprobación de los hombres. Jesucristo está en la disposición de hacer un milagro en la humanidad, pero para eso es necesario dejarlo entrar en su corazón. El primer pecado del hombre no se cometió en un barrio pobre, sino en el huerto del Edén, donde sus padres no lo abandonaron. El problema está en el corazón del hombre. Existe una miseria que es mayor que la economía que afecta a la humanidad, que es la miseria espiritual.
El hombre comete un grave error cuando se distancia del mensaje de Dios, ya que las necesidades del hombre son las mismas en todas partes del mundo. Jesucristo se ocupó del corazón del hombre, a quien orientó, no con un mensaje político, económico sino espiritual, entendiendo que cuando el hombre resuelve los problemas espirituales, es capaz de solucionar los demás. La crisis moral, social, económica y política que vive el mundo, son el producto de la crisis espiritual que existe. En todo el mundo, es lo mismo, los políticos se enfrascan en una guerra fratricida con la única intención de destruir al contrario y tener el poder ya sea del partido o del gobierno. Jesús enseñó con el ejemplo, viviendo lo que predicaba y hablando lo que vivía. Tanto los políticos como los líderes de la iglesia tienen que aprender a vivir íntegramente, para luego llevar un mensaje al pueblo de integridad y esperar que la población responda a ese mensaje.
El día que todos, incluyendo los líderes políticos, comprendamos que la necesidad del hombre es de naturaleza espiritual, entenderemos que todas las leyes son espirituales, y que tienen implicaciones espirituales.
Una sociedad sin valores, no crece. No estoy hablando de moralistas, sino de valores profundos: amor y sus derivados: paz, solidaridad, justicia, igualdad, honradez, veracidad. Es lo mismo, en cualquiera que sea la religión o creencia que practiquemos, aunque esa religión sea simplemente creer en el hombre. Todas las grandes tradiciones religiosas y aún seres muy espirituales que no profesan ninguna religión, nos hablan de la oración o meditación como un camino de encuentro con Dios y con uno mismo. Capitalistas y comunistas, conservadores y liberales, blancos y negros, hombres y mujeres, judíos y griegos, cristianos y árabes, católicos y protestantes: cuando buscamos a Dios se abre para nosotros un nivel de experiencias en donde todas estas diferencias dejan de ser divisiones. Es por eso que el problema del hombre no es económico ni social, sino espiritual y moral y que la iglesia cristiana debe orientar su mensaje hasta donde lo llevó Jesucristo.
Es necesario que los políticos miren a Dios primero y luego al pueblo, ya que es más importante tener la aprobación de Jesucristo que tener la aprobación de los hombres. Jesucristo está en la disposición de hacer un milagro en la humanidad, pero para eso es necesario dejarlo entrar en su corazón. El primer pecado del hombre no se cometió en un barrio pobre, sino en el huerto del Edén, donde sus padres no lo abandonaron. El problema está en el corazón del hombre. Existe una miseria que es mayor que la economía que afecta a la humanidad, que es la miseria espiritual.
El hombre comete un grave error cuando se distancia del mensaje de Dios, ya que las necesidades del hombre son las mismas en todas partes del mundo. Jesucristo se ocupó del corazón del hombre, a quien orientó, no con un mensaje político, económico sino espiritual, entendiendo que cuando el hombre resuelve los problemas espirituales, es capaz de solucionar los demás. La crisis moral, social, económica y política que vive el mundo, son el producto de la crisis espiritual que existe. En todo el mundo, es lo mismo, los políticos se enfrascan en una guerra fratricida con la única intención de destruir al contrario y tener el poder ya sea del partido o del gobierno. Jesús enseñó con el ejemplo, viviendo lo que predicaba y hablando lo que vivía. Tanto los políticos como los líderes de la iglesia tienen que aprender a vivir íntegramente, para luego llevar un mensaje al pueblo de integridad y esperar que la población responda a ese mensaje.
El día que todos, incluyendo los líderes políticos, comprendamos que la necesidad del hombre es de naturaleza espiritual, entenderemos que todas las leyes son espirituales, y que tienen implicaciones espirituales.